al fresco

Las horas se marcan por el peso de la gravedad, sin sentido ni esperas.
Las ventanas tienen doble función, dejan pasar el sol, salir los gritos, gritos que ya no llevan mensajes, son sólo ruidos y el silencio tiene un precio que no muchos pueden pagar.
Y los días pasaban y no se sabía lo que iba a pasar, el futuro, aquel acertijo que no quise resolver.
Al tras luz el polvo, motas de polvo, las sombras de las motas, un mundo por descubrir.
¿y yo?¿dónde quedé?¿Perdí acaso ya mi voz?¿qué fue de mi sombra?¿quién la arrancó del piso y con ella mis sueños?¿quién puso en mi espalda unos miedos que durante tanto tiempo habría e cargar?
Sigue creciendo mi pelo... siguen creciendo mis uñas....cambio de color, de altura, de peso...
Ojos que miran preguntándome cosas para las que no tengo respuesta y al propuesta a aquellos ojos fue dejarme vencer.
Manos por aquellas caderas que me desnudaban y me enfriaban, no me pertenecían.

Y esos son los pasos que di, unos por uno, los recuerdos que protagonicé.
Y ahora, echémonos debajo de una higuera a respirar el verano, o lo que quede de él, a ver caer el sol, a contar las estrellas y a contarnos los pecados que ambas cometimos, contándonoslos, a pesar de ello, con todo lujo de detalles, atentas, morbosas, sensibles, sensuales... y cuando acabemos, dejémonos simplemente ir, con un adiós en los labios y un te quiero en la piel.