La letra L

Dos chicas que se conocieron casi por casualidad, distinta ideología, distinta edad, mismos deseos, y el suave impulso de cogerse de la mano sin pensar.Recorrieron así las calles, públicas, libres, políticas, sin juicios, ni aparentes miedos.Diferencias, por supuesto: Lucía, vivía consciente, adultamente, los pasos que daba, siempre de frente, de cara a la sociedad, sin esconderse ni darle cuentas a nadie, con un pasado pacífico. Era una mujer real.En cambio, y a pesar de su carácter, Marina vivía entre sobras, oculta y cuidadosa de lo que dejaba entrever. Por un lado sus anhelos y por otro su obligación, la obligación de tener un pasado ligado a la historia de esos dos colores que por siempre estarían en guerra, constante lucha del gris y el rojo trazaban la historia de nuestro país. Era un presente tranquilo de estabilidad, libertad, silencios, letargos.

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