jueves, abril 06, 2006

Hoy he abierto los ojos (1)

Inspirado por y dedicado a Rake, que no sé su nombre verdadero
Después de muchísimo, muchísimo tiempo sin escribir ni una palabra que valiera la pena, me he dado de bruces con la inspiración. Esto es el principio de un relato corto.
No tiene título ni fin, aún, pero me gusta cómo me está quedando y creo que después de un par de manos será algo digno de leer

=)

Parte I: A cuatro patas (1)

Hoy he abierto los ojos. Estoy en una especia de camino de tierra, tan largo que no alcanzo a ver el final. Me siento curioso, puedo ver. Me levanto sobre mis brazos y miro a mi alrededor. Está todo cruzado por caminos como el mío, flanqueados todos ellos por rosas. Es verdad, en mi camino también hay rosas a los lados. Y, es más, hay gente en el mundo. Son muchos. Están sobre los otros caminos, pero ¡no tienen piernas! Se dejan llevar por la tierra que tienen bajo su cuerpo, que los arrastra lentamente a través de los rosales. Parece que no se dan cuenta. Resultan un poco patéticos, todos sentados e intentando llegar a alguna parte por sí solos, sin conseguirlo. Creo que acabo de conocer la crueldad. Es un sentimiento reconfortante.
Algunas sendas se cruzan, otras suben, bajan, y algunas se acaban bruscamente, como en un precipicio. Hay personas sentadas, tumbadas, otras se levantan como yo sobre los brazos y miran a los demás. Hay viejos, jóvenes, hombre y mujeres. Son tantísima gente que no puedo contarlos. Los hay en todas direcciones en las que mire, hacia delante, hacia atrás y a los lados. Sus caminos los llevan lentamente a todas partes, se mezclan, se separan... ¿Qué pensarán? Creo que voy a intentar contarlos. Si me pongo en pie los podré ver a todos, aunque sean muchos. Pongo las manos sobre la tierra, cojo impulso y entonces me doy cuenta con un indescriptible horror de que yo tampoco tengo piernas. ¡No puedo alzarme sobre los otros! Me caigo al suelo y me estrello contra la vergüenza y el miedo. Estos sentimientos nuevos no me gustan. Me ponen nervioso. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a poder escapar de este camino que no tiene fin? ¿Adónde voy a poder huir, si no puedo ni siquiera luchar contra la fuerza indestructible que me lleva sin pausa hacia delante? Soy como los demás, no puedo evitar continuar hacia delante, sin fin, siempre hacia delante, hacia delante… Me pregunto qué habrá al final del camino. ¿Dónde estará el fin? Por mucho que fuerce la vista no logro ver más que la tierra que se mueve perezosa y me va arrastrando. No es un camino recto, va dando vueltas y cambiando de dirección tan despacio, tan como si no quisiera la cosa, que no me he dado cuenta de los giros que ha dado mi corta vida. ¿Cuántos han sido? Me doy la vuelta ansioso por ver, pero ¡están ocultos detrás de las rosas y de las demás personas!
Entonces me quedo pálido. Vuelve a llenarme el miedo. Pero vuelve con otro matiz. Esta vez es un miedo definido. Es el miedo al olvido. No creo que haya dado muchas vueltas, pero no lo recuerdo con exactitud. Si pienso un poco me doy cuenta de que realmente no soy capaz de recuerdar nada. Abrí los ojos, pero ¿Por qué? ¿Dormía antes? Intento desesperadamente alzarme y mirar atrás, ver cómo he llegado hasta aquí, pero es inútil. ¿De dónde vengo? ¿Lleva mucho tiempo arrastrándome esta senda? A cada segundo que pasa estoy más lejos del principio, y me es cada vez más difícil ver mi pasado. Me sale agua de los ojos. Me caigo y me golpeo intentando levantarme lo más alto posible, pero todo es en vano. Lo intento con desesperación, cojo impulso, salto con los brazos lo más alto que puedo, y los demás se ríen. Sigue saliendo agua de mis ojos. La gente se ríe. ¿Será esta agua la que riega las rosas que crecen cada vez más altas?
Desisto. Lloro.
Ha pasado el tiempo. He mirado siempre hacia atrás, tratando de llevar la cuenta de los giros de mi vida. Algunas veces los he notado con claridad, pero otras me he sorprendido pasando dos veces por el mismo lugar, habiendo creído que mi camino seguiría recto e inmutable durante mucho tiempo. Pero me ha pasado algo sorprendente. Algo que no me esperaba en absoluto. He chocado con una chica.
Fue todo muy aparatoso y muy rápido. En una de las curvas su camino se cruzaba con el mío (ella dice que era el mío el que se cruzó con el suyo), y chocamos y entonces nos quedamos confundidos y como sin saber qué pasar ni qué hacer, y nos caimos y nos enredamos y yo le pedí perdón y ella después a mi, y luego intentamos aparentar que no había pasado nada y que no nos dolía la caída y claro yo estaba muy avergonzado porque no tengo piernas y lo trato de ocular cuando me yergo para que parezca que estoy sentado y aparento no saber nada de gente sin piernas y no sé. El caso es que cuando más o menos había asimilado que había chocado con una persona de verdad ya nos llevaba a los el mismo camino.
Hago todo lo posible por mantener la compostura y por erguirme. Pero ella me mira y yo sé que sabe que no tengo piernas. Me da tanta vergüenza que no me atrevo a mirarla más que de reojo. Ella sí que me impresiona. Está calmada, me habla con tranquilidad y es alta, está sentada tranquilamente y me habla calmadamente. Sé que su voz tiene algo muy bonito, mucho, algo que ni yo ni ella conocíamos pero que poco a poco vamos descubriendo juntos. La ilusión.
Ella tiene mi edad. Hablamos mucho, hablamos todo el rato, y creo que me voy olvidando de que mi camino avanza. Hablamos tanto que ya se me olvidó que no tengo piernas, y poco a poco voy abandonando mi forzada postura sobre los brazos (¡cómo me duelen!) y vuelvo a estar como antes de que chocáramos. Creo que hemos dado muchísimos giros, pero ya no me importa tanto, poruqe he descubierto algo que me alegra y me da vergüenza a la vez. Siento alegría y pena, y tristeza también. Se me mezclan los sentimientos y me confundo. No sé cuál de los dos es de verdad o cuál es el mejor. Intento que cuando hablo con ella no se note que estoy haciendo un gran esfuerzo por decidirme por cuál de todos los sentimientos que son como cartas de una baraja me decido. ¿La vergüenza? ¿La alegría? ¿La indiferencia? Realmente no tengo ni idea de cómo reaccionar ante el hecho de que ella tampoco tiene piernas.