Preludio

A caída de pupila de agujero negro, sentí el sudor frío, el descontrol, de sentido a extremidad. Cada espora de mi mirada se convirtió en incomprensión de la idea-acción. Sólo quiero dejar que esta incoherencia domine mi idas, mis venidas, mis no ser, quiero coger las riendas del sí, para llegar al no, y nada más., voy de soltar el lobo, que quizás no sea más que tubérculo inofensivo.
Y qué es la vida, no creo que ninguna celebridad haya pasado de esta esencia, de fluidos y de enajenaciones, de errores convertidos en justificaciones de etileno.
Ni soy nadie ni creo llegar a serlo.
Ni espero grandezas ni me considero ejemplo.
Y enfocar tampoco es tan importante.
Ni soy del dieciocho ni esto es absenta.
No pintaré a las señoritas de Avignón, ni escribiré la poética, pero habré amado como ningún otro ser humano, mas humano que yo, cuando pierdo cualquier amago de racionalidad, que a veces no me queda nada más que el recuerdo de unos labios que son la excusa perfecta para volverme loca, única excusa de verdad absoluta.
Que me olvido de total sensación de ser objeto de un mundo que ni me comprende ni me comprenderá
Que a grandes males, grandes remedios, y el único remedio es perderme por el cuerpo que me da la vida
Dios sus labios, el aliento exhalado en su oído
Quien va a comprenderlo si no lo ha oído, quien no ha sentido la magnitud térmica de la pasión de las manos perdiendo el control
El alcohol, que nunca bebí, abstemia, se coló por las ganas de perderlo todo, y solo quedó como majano solitario un te quiero.
No hay noche que no recuerdo un beso, las ganas desmedidas de tu aliento en mi coche, de tu pelo dándome en al cara, toda una nube. Ámame, como te amo yo, para llegar hasta el infinito, y perder el norte, y saber que los sueños no son más que tu piel y mi piel
Que nada más en el mundo funciona fuera de nuestro ritmo, que la arritmia es el estado normal de mi corazón y vivir atada a tu piel, que es la única ley d mi alma, tus labios, tus manos, los hombros de mi perdida de cordura, y de nuevo, la caída a as pupilas, a lo oscuro, para llegar a la noche de mis sueños, y soñar otra vez, de tus fluidlos a los míos, y soñarte, despierta o dormida, mi amor.
Algún día, rememoraré las hazañas de mi hígado, de mis articulaciones, de cada uno de mis oran os que me dio placer, la memoria que me permite recordarlos ¡¡uy a la juventud (oh divino tesoro) que me permitió disfrutar y ¡¡ Más aún”! recordar, que duró el momento