Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios.
Densos, rojos.
Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada ya,
para nada lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo no en tu boca, no, ya no...
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo en el beso que te di ayer,
en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más que el silencio,
que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa,
que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
Pedro Salinas
Como llena el vacio la poesía
tan vibrante, tan sentida
que parece que sólo por ella se puede escapar.
3 comentarios:
INMORTALIDAD DE LA NADA
Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos.
Los despojos del mar roen apenas
los ojos que jamás
-porque te vieron-,
jamás
se comerá la tierra al fin del todo.
Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.
Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.
-Ángel González-
Tú lo has dicho, Safo.
Para mí que los átomos están hechos de poesía condensada.
Los verdaderos besos duran mucho más de lo que nos imaginamos,... llegan a ser casi inmortales.
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